El Ayuntamiento de Santa Pola dedica una plaza al comerciante Antonio Gandolfo “el de Blas”

miércoles, 12 de mayo de 2010


En la tarde de ayer tuvo lugar el acto de inauguración de la Plaza de Antonio Gandolfo Sempere “el de Blas”, quien fuera un comerciante muy apreciado en la villa por su solidaridad con las familias santapoleras más necesitadas en unos tiempos en los que el hambre era un problema real en nuestra sociedad. El alcalde Miguel Zaragoza acudió al evento junto a varios ediles del equipo de gobierno para acompañar a los familiares y amigos del homenajeado en este emotivo acto.
Ni la lluvia que sorprendió a los asistentes pudo deslucir un momento muy especial para los familiares de Antonio Gandolfo, cuyo nombre desde ayer se perpetúa no solamente en el recuerdo de los santapoleros, sino también físicamente en esa plaza que el Ayuntamiento ha creado en la calle Santo Tomás, frente a la que fue la “tienda de Blas” durante tres generaciones. El proyecto ha sido financiado por el Ayuntamiento de Santa Pola y en él han participado los alumnos de la Escuela-Taller y varios servicios municipales, además de la empresa Aquagest que ha donado la fuente.
Blas Gandolfo, hijo de Antonio, y su esposa Susi Juan fueron los encargados de cortar la cinta que inauguraba la plaza, para posteriormente descubrir la placa conmemorativa. Blas se mostró emocionado y “muy agradecido al Ayuntamiento por acordarse de mi padre con esta plaza”. Miguel Zaragoza destacó que esta dedicatoria es “un merecido homenaje a un hombre de gran corazón y ejemplo de solidaridad con los más necesitados, desde hoy esta plaza lleva su nombre frente a la que fue su tienda, ese entrañable comercio que acogió durante décadas a varias generaciones de familias santapoleras”.
El alcalde recordó que “su padre Blas fundó una tienda de comestibles en los tiempos de la posguerra y Antonio pronto tuvo que hacerse con las riendas del negocio familiar. Su hijo Blas tomó más tarde su relevo convirtiéndose en la tercera generación al frente del comercio. Antonio, siempre acompañado por su mujer Manolita y sus hijos, fue una persona honrada e íntegra en su trabajo, con un gran corazón y un espíritu solidario que le llevó a buscar siempre la forma de ayudar a las familias santapoleras que más lo necesitaban”.
“En los tiempos más duros ayudó a comer a muchísimas familias de marineros. Mientras los hombres pasaban ocho meses en los “Calamares”, Blas fiaba a sus familias el género necesario para su sustento hasta que retornaran a casa. Si los marineros habían ganado dinero, liquidaban su deuda. Si el viaje no había sido propicio, él volvía a fiarles una nueva temporada. Fue muy respetado y querido por sus vecinos, siempre sonriente y amable. La tienda fue toda su vida, incluso ya jubilado no podía dejar de bajar desde el primer piso, donde vivía, para ayudar en lo que pudiera”.
Por último todos recordaron el lema de su supermercado, que se hizo muy popular entre los santapoleros: “si no lo encuentra en Blas, no lo busque más”.