El Ayuntamiento de Santa Pola ha dedicado a Antonio Espinosa
el parque recientemente creado en la calle Logroño por los alumnos de la Escuela Taller y del Taller de
Empleo, y que llevará el nombre de este prestigioso músico que paseó el nombre
de Santa Pola por el mundo y que fue fundador de la Coral Levantina.
En la tarde de ayer se inauguró oficialmente el nuevo parque
con la presencia de las autoridades locales, encabezadas por el alcalde Miguel
Zaragoza, representantes de colectivos culturales, vecinos y los familiares y
amigos del homenajeado. Se trata de un área de esparcimiento creada en una
parcela municipal ubicada junto al gimnasio Silvia Martínez en una zona
residencial al norte del casco urbano y rodeado de tres centros escolares.
El pleno de la corporación municipal, en su sesión del 20 de
diciembre de 2012, ante la trayectoria como músico local y en agradecimiento a
su inestimable aportación a la cultura y las tradiciones del pueblo de Santa
Pola, acordó por unanimidad denominar a este parque de nueva creación “Parque
del músico santapolero Antonio Espinosa Bonmatí”.
Biografía
Antonio Espinosa Bonmatí, hijo del tío Pepe Lorito, nació en
Santa Pola el 12 de diciembre de 1938 en el seno de una familia con cinco hijos
marcada por dos circunstancias: el pan como negocio familiar y la música como
pasión de todos sus miembros.
Su padre y sus hermanos tocaban en la histórica banda Santa
Cecilia y su bautismo musical fue muy precoz: a los 3 años le hicieron el uniforme
y ya tocaba el triángulo. Su primer maestro a los 6 años fue Antonio “el
Sestellero”, más tarde comenzó a dar clases de piano con Matilde Quislant, y luego
continuó en Alicante en piano con D. José María Moreno y en trompeta con D.
José Gallardo. Incluso tuvo la oportunidad de ir a Madrid para perfeccionar sus
estudios musicales.
En la banda municipal destacó tocando la trompeta y apuntaba
maneras de buen músico, compaginándolo con su trabajo en la panadería familiar.
Siendo todavía bastante joven fundó junto a unos amigos la orquesta “Los Hotman"
para amenizar las veladas en el restaurante Batiste cuando aún no había
alcanzado su prestigio, o en la terraza del inolvidable Casino.
Su vida dio un giro el día que vinieron dos amigos de
Guardamar a proponerle que se fuera a Madrid con ellos a tocar en la orquesta
de Joe Lozan, donde pasó dos años creándose un buen nombre. Sus tres hermanos,
grandes músicos también, andaban por aquella época, a principios de los años
60, tocando en Bagdad y abriéndose un camino en el mundo del espectáculo.
En 1962 se decidieron a formar la orquesta “Los Seis de
España”, formada por los cuatro hermanos Espinosa: Francisco al piano, Pepe con
los saxofones, Rafael a la trompeta, Antonio al piano y como cantante. Además
de los guardamarencos Jesús al contrabajo y Tono a la batería.
“Los Seis de España” tuvieron una carrera de vino y rosas,
un gran éxito por tierras de Oriente Medio en una orquesta muy familiar, en la
que cada componente llevaba tras de sí esposa e hijos.
Su primer contrato les llevó a actuar a Chipre, donde
estuvieron 9 meses triunfando en las noches de Nicosia. De ahí volaron a
Teherán, Beirut, Kuwait… Recuerda Antonio que el día que tenían que volar de
Teherán a Beirut para comenzar una nueva etapa cenaron en el aeropuerto con una
orquesta italiana famosa. Estando a punto de subir al avión, su representante
les dijo que no se podían ir de ninguna manera porque ellos gustaban más que la
orquesta que les sustituía en Teherán, así que se quedaron seis meses más en la
capital persa.
Tanta popularidad alcanzaron que en Beirut una pareja de
baile español les esperó durante seis meses para poder debutar con ellos.
Fueron seis intensos años de gira maravillosa por esos países actuando en los
mejores locales, tocando incluso en la televisión. Antonio complementaba las
actuaciones con “Los Seis de España” haciendo arreglos musicales para otros artistas.
Ya de vuelta a España, la orquesta pasó un tiempo en Madrid
y emprendió una larga gira por diversas ciudades de España, hasta que su padre decidió
montar el hotel Espinosa en la esquina de las calles San Antonio y Santa
Isabel, de modo que los hermanos Espinosa se volvieron a afincar en Santa Pola
a finales de los años 60.
A pesar de que la actividad principal de Antonio pasó a los
fogones, entre guiso y guiso compuso algunas de sus piezas más recordadas, como
“Noches de Santa Pola” o “Yo no soy de La Habana ”.
En 1974 fundó la Coral Levantina de Santa Pola, según él por culpa
de José Alfosea, que estando ellos en Teherán les mandó la plegaria dedicada a
la virgen y también compuso un pasodoble titulado “Los Seis de España”.
Recuerda Antonio que en el primer concierto de la Coral en el Castillo
interpretaron tres canciones: la
Plegaria a la
Virgen de Loreto, Churumbelerías y el Motete del Maestro
Quislant.
Ese mismo año del debut dieron un concierto en la Glorieta el día de
Navidad y, al acabar, el entonces alcalde Tomás Buades se acercó a felicitar a
Antonio diciéndole: “Xiquet, tot astó qui ho paga?” “Mosatros”, contestó él. “Pos
demà me pases la factura a l’Ajuntament”.
Tras dejar el hotel, Antonio se centró en su propio
restaurante y en la enseñanza musical, de la que ha sido y sigue siendo reconocido
Maestro. Su última gran obra es la creación del Coro Infantil, que se fundó en
2011 y cuenta ahora con 18 niñas con voces angelicales.
Antonio Espinosa está casado con Ligoria Ferrández Campello
desde el año 1962, justo antes de irse de gira con “Los Seis de España”. Acaban
de cumplir 50 años de feliz matrimonio y por ello fueron homenajeados el pasado
14 de febrero en la Casa
de la Cultura
junto con otras 19 parejas de Santa Pola.
Antonio y Ligoria tienen dos hijos, el mayor José Emilio que
nació en Nicosia en plena gira, y que trabaja en Castellón, y el menor Antonio,
que nació en Castellón y ahora está trabajando en Costa Rica, quizá por ser
heredero de esa vocación de sus padres por recorrer mundo. La pareja tiene
cinco nietos y un biznieto, más otro que viene de camino.
Hoy inauguramos este parque con el nombre de Antonio
Espinosa Bonmatí, y en la placa aparece una frase corta pero muy significativa
que define perfectamente su trayectoria: “músico santapolero”. Aunque no fue
premeditado, da la casualidad de que, para llegar desde el centro de Santa Pola
hasta el parque de Antonio Espinosa, obligatoriamente debemos subir por la
calle del Maestro Alfosea. Una feliz coincidencia que une más si cabe a dos de
los más grandes músicos santapoleros de nuestra historia.