Carmen Pérez Ortuño, Premio "Mujer y Trayectoria de Vida 2011"

viernes, 11 de marzo de 2011



Carmen Pérez Ortuño, “Carmeta la filla del Martí”, como la conocen en Crevillente, nació en esa ciudad en el año 1937. El próximo mes de abril cumplirá 74 años. Es la cuarta de cinco hermanos. Empezó a trabajar con sólo 8 años, menando en la rueda, trabajo muy duro, que exigía un gran esfuerzo físico, para una criatura tan joven.
Poco después estuvo cuidando niños, aunque ella misma casi lo era. Trabajó en una fábrica, limpiando moldes y almidonando alfombras; entonces ganaba siete pesetas a la semana.
Como muchas muchachas en aquella época, dejó su trabajo en la fábrica para cuidar de la tía Gertrudis. Eran tiempos en los que las niñas cuidaban de sus abuelos para que sus padres pudieran trabajar.
Con 12 años empezó como criada en la casa de unos señores, llegando a hacerse cargo de todo, compras, limpieza, comida, cometidos propios de una mujer hecha y derecha, ganándose el afecto de estas personas por su especial carácter y disposición, hasta el punto que la señora apadrinó al tercero de sus hijos.
Estuvo en esa casa, de la que salió para casarse a los 18 años. Se casó con Paco Aznar (su novio y marido de toda la vida), teniendo a su cargo a sus suegros y un tío soltero, que venían en la dote matrimonial.
Al poco, su marido tuvo que marchar a Barcelona, en busca de trabajo, quedándose ella sola en Crevillente, y durante año y medio trabajó en lo que iba saliendo, limpiando, lavando…
Con 23 años, alquilaron un horno en Crevillente, trabajaban de noche haciendo el pan y de día lo vendían repartiendo por el campo y por las casas.
Hace 45 años, empezaron, Carmen y su marido, con una furgoneta a venir por Playa Lisa; por la mañana vendían pan y por la tarde bollos y pasteles.
Al siguiente año pudieron comprar un pequeño local que abrieron en verano; llegado el invierno y viendo las pocas expectativas de venta se marcharon a Elche  durante un año. Fue entonces cuando entró a trabajar Paca que ha permanecido con ellos desde entonces, como una más de la familia.
Volvieron a Playa Lisa, y poco a poco fueron ampliando ese pequeño local; allí nació su hija Delmar, que recibió su nombre por haber nacido tan cerca del mar.
Carmen siguió trabajando duro, noche y día, descansando 2 ó 3 horas, se arriesgaron y compraron un pequeño horno, para ellos mismos cocer el pan y bollería, repartiendo por el campo de Elche.
Poco a poco fueron ampliando el negocio; fueron muchas las personas que confiaron en ellos, que seguían trabajando para vivir y poder pagar todo lo que debían.
Su quinto hijo, Vicente, también nació en su casa de Playa Lisa. Sus hijos mayores, Mari Carmen, Paquito y Antonio, junto a los benjamines, Delmar y Vicente, trabajan en el negocio.
Ahora está jubilada, pero continúa ayudando: haciendo la comida para los 10 ó 12 que se reúnen todos los días a la hora de comer. Y le gustaría poder estar todavía detrás del mostrador. Disfruta viendo a sus 11 nietos juntos, aunque ella siempre dice que tiene 13.
Ha sido y es, junto a su marido, una trabajadora incansable; han sido muchas barras de pan y muchos trozos de coca de sardina los que ha vendido a lo largo de su vida; han forjado un negocio, estable y sólido, que ahora sus hijos son los encargados de seguir adelante. La empresa dispone de 4 puntos de venta, el obrador, y reparte en diversos puntos, entre ellos: en la Universidad de San Vicente, en el Hospital de San Juan y de Elche, y en varios institutos.
Carmen ha sido trabajadora y madre, y no sólo de sus hijos, sino de todos los que han vivido bajo su techo.
Por todo ello y por mucho más que no cabría en esta breve introducción, es por lo que la Concejalía de la Mujer tiene el honor de otorgar el reconocimiento honorífico a toda la trayectoria de Doña Carmen Pérez Ortuño, una mujer afable y trabajadora que, aún no siendo de Santa Pola, ha trabajado y luchado en Santa Pola por su familia, por sus trabajadores y por su empresa.